El innombrable Yahveh de la literatura
“«En el principio era el Verbo», dice el Evangelio según san Juan. No sé si ése haya sido el primero, pero seguramente es el más grande elogio que el lenguaje ha recibido. «En el inicio de toda literatura encontramos la forma», declaró en la segunda década de nuestro siglo el joven Sklovski, el genial teórico de una escuela que revolucionó los estudios lingüísticos y literarios: la Escuela Formalista Rusa”.
De reconciliaciones (1995), Sergio Pitol
El innombrable Yahveh1 de la cábala judía y el koan2 del taoísmo nipón guardan en su gesto el misterio de la literatura: Aquello central del texto es lo imposible de nombrar, lo que no se puede enunciar.
El maestro Zen imparte su imprescindible lección en el hueco entre las palabras que hace brotar el satori3.
El rabino sapientísimo sabe que jamás sabrá el verdadero nombre de Aquel al que aboca su vida y su sentido y al que, solo por comodidad, para comunicarse y entenderse entre sus fieles, pondrán el pseudónimo Yahveh.
Esta indecible verdad es la que guarda la gran literatura.
Así lo ve Sergio Pitol4 en su ensayito “De Reconciliaciones”5 hablando del “Verbo”6 en el Evangelio de San Juan o del concepto de “forma”7 en el joven Sklovski8.
O así lo veo yo leyendo a Pitol leyendo a Juan y a Sklovski.
Jorge Burón
En algunas tradiciones de la cábala judía se considera que el tetragrámaton: YHWH (posteriormente rellenada con vocales para poder decirla) por el cual se designa a Dios en la Torá hasta en 1419 veces, no es, sin embargo, el nombre del Señor, pues Él es innombrable. El humano, con su vulgar lenguaje, con su torpe y terrenal palabra, no podría alcanzar a tocar-lo divino, y este signo vacío de significante, YHWH, tan solo sería un señalar o una indicación hacia su ser esencial.
Problemas o acertijos paradójicos y de compleja resolución que plantea el maestro zen al alumno para comprobar sus progresos en dirección a alcanzar el sartori.
Resolución no lógico-racional del koan. Es el despertar o iluminación, el paso por el cual el neófito accede por fin a la verdad de la doctrina del zen, que no es racional ni lógica, sino espiritual o trascendente, pero en un sentido que tampoco es el nuestro, no místico sino sapiencial, un determinado estado de la materia en relación con su entorno. El satori es al mismo tiempo la resolución del koan y la revelación de que dicha resolución no resuelve el problema, pues no había ningún problema que resolver.
Sergio Pitol (1933-2018). Excelente escritor mexicano perteneciente a la maltratada generación de literatura latinoamericana que quedaron encerrados en el desierto de la indiferencia mundial, posterior al boom latinoamericano y anterior al fenómeno global de Roberto Bolaño (1953-2003). Comparte terna con Ricardo Piglia (1941-2017), y Juan José Saer (1937-2005) como tres maestros de nuestras letras de ese tiempo que apenas nadie ha leído y solo nos perjudica a nosotros por lo que nos perdemos. Escritores complicados, también hay que decirlo.
Ensayo deslumbrante de una página, recogido en la antología Soñar la realidad (Literatura Mondadori, 2006). En este, Pitol piensa acerca del milagro incomprensible que es la literatura, con los halagos ya indicados de San Juan y Shklovski en la cita, pasando después a Joyce y Borges.
Otro de los nombres de Dios, en este caso, acuñado por Juan el Evangelista, en el primer versículo de su Evangelio (“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”), el gran poeta del Nuevo Testamento. Un poeta maldito, hay que señalar. No obstante, la relación del Dios judeocristiano con la palabra, verbo, oralidad, está ya en el Génesis, pues Yahveh, para crear el mundo, “dijo”. ¿Qué dijo?
Concepto central de la teoría literaria conocida como “formalismo ruso”, que a principios del siglo XX, en el marco de las vanguardias y la revolución, pusieron como centro de la valoración estética, los aspectos formales, valga la redundancia, tales como estructura, composición, estilo, trama, a la hora de valorar la calidad artística o literaria de una obra, por encima de su valor simbólico, expresivo, comunicativo o discursivo, y que con este gesto fundan, de hecho, la teoría y la crítica literaria como disciplinas autónomas y tal y como las entendemos hoy, durante ese matrimonio fugaz entre comunismo soviético y vanguardia artística y científica, que duró hasta que llegó Stalin a joderlo todo (o a “salvar a la humanidad del hombre”, según Slavoj Zizek en el epílogo “El estalinismo revisado”, a la publicación Citas de Stalin (Akal, 2023), léanlo y juzguen ustedes mismos).
Víktor Shklovski (1893-1984). Uno de los principales representantes del formalismo ruso. Un poeta del pensamiento.