“Y todas las alumnas sonrieron decimonónicamente, menos yo”
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Decir que Lectura fácil de Cristina Morales (Anagrama, 2018) es una novela radical, renovadora o transgresora, a cuatro años de su publicación y tras todo el impacto cultural y casi social que supuso, es una redundancia, aunque no es por ello menos cierto.
El libro de la escritora granadina viene a concretar o más bien sublimar las virtudes y caminos ya abiertos en sus obras anteriores Los combatientes (Caballo de Troya, 2013), Malas palabras (Editorial Lumen, 2015) o Terroristas modernos (Editorial Candaya, 2017): una propuesta formal contra el buen gusto literario, una temática política, revolucionaria y anti-institucional, pero también, y sobre todo, un replanteamiento del discurso libertario, para desmontar todos los prejuicios y presunciones que proclama la mojigatería pacata del “activismo aliado” (la nueva inquisición de la moral posmoderna, y de eso Cristina se da cuenta antes que nadie y como nadie y cambió algo en este país que quizá hoy empieza a calar) con su arma literaria más poderosa y personal: la ironía granaína desganá y una irreverencia toca-coños, y si molesta hemos triunfao’.
Ácida y satírica, disuelve todas las estructuras que tranquilizan las conciencias de los supuestos comprometidos, y lo disuelve desde una izquierda mucho más molesta y desconcertante, que al final es de lo que va esto.
“Me encanta que me llamen españolista porque es el último recurso retórico de los independentistas, lo que te cuelan cuando se les acaban los argumentos para defender su basura burguesa”.
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Trae una nueva mirada, un nuevo tema y una nueva forma de abordarlo. Cristina Morales lo reformula todo, va con todo y contra todo, y por momentos parece vencer, y si no vencer, al menos reventar la calma buenista y pegar un grito que no podemos desatender: los oprimidos son otros, son estos, estas, las mujeres dependientes y patoligizadas, controladas e institucionalizadas por el supuesto progresismo del ayuntamiento de Barcelona, y vosotros, buenistas de izquierda, sois la burguesía opresora, moralista y controladora, que ya no os gusta ni follar y por eso queréis que no folle nadie, que no y que no.
Ahí Morales gana, y de ahí probablemente no podamos volver, afortunadamente, es demasiado irreverente para no atender a la evidencia que pone sobre la mesa, que a nadie agrada y a todos inquieta. Es una ruptura, una grieta insalvable, de aquí en adelante.
Eso hacen las obras importantes, las grandes novelas. Tirar un muro o abrir una puerta (en este caso reventar las compuertas), abrir un camino por el que seguiremos avanzando los demás casi inevitablemente y por lo tanto el campo se vuelve más amplio, las posibilidades mayores, la novela tiene un nuevo patrimonio que antes no tenía.
Eso hace Cristina Morales, escribir la novela más original y poderosa de la “crisis” española, y del siglo XXI ya que estamos, y de aquí para adelante, a ver qué hacemos. Lectura fácil en radical y radicaliza, y eso es bueno.
“Ante los envites del poder no hay que doblegarse ni deprimirse: hay que radicalizarse”.
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Sin embargo, no podemos decir de Lectura fácil que sea un hito insólito en la tradición castellana de la novela. En absoluto. Esta es una gran novela, pero no la gran novela. Es una gran novela como todas las demás grandes novelas de nuestro país.
Indiscutiblemente realista, costumbrista como siempre, autocrítica y despectiva contra lo propio, sea lo que sea lo propio (que en su caso es una cosa muy particular) y hastiada de toda forma política institucionalizada y su discurso siempre buenista. Lectura fácil es original en su forma de salirse de los límites establecidos, pero se sale de los límites como todos los escritores españoles y de España, al grito de: vaya puta mierda. Como Cela, como Umbral.
En definitiva, otra gran novela española. Como si fuera un género ya.
España (y ya se empieza a notar la reiteración y lo repetitivos que somos) dio a la humanidad la novela, la más original, rompedora, total y extraña que se haya escrito jamás: Don Quijote de la Mancha, y por mucho que nos revolvemos no conseguimos escapar de su inmensa sombra, no por repetición, sino por aturdimiento y torpeza, porque no sabemos cómo se hace eso, ni entendemos (todavía hoy) quién fue Cervantes (y si de verdad era español, quizá no lo supo ni él).
Seguimos intentando escribir otra gran novela quijotesca, pero se nos parece más a los Entremeses o las Novelas Ejemplares, que a la gran obra informe e imposible, libre y vanguardista, que ya se nos aleja más de cinco siglos, y que no hay manera, que sigue yendo por delante de cualquiera que lo intenta.
Lectura fácil es más bien Los santos inocentes, La colmena, Nada, Larva, Niebla, Fortunata y Jacinta, La Regenta o incluso El Buscón de Quevedo, y no es poco, qué coño, ¡es una barbaridad!, pero es hija de un lazarillo nacido en Tormes más que del manchego universal, el hidalgo Quijano, como siempre nos pasa.
“Fascista y macho son para mí sinónimos”.
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
En sus entrevistas promocionales, charlas multitudinarias e incendiarias, y demás declaraciones, con su tono directo, educado pero incómodo, incluso pedante, despectivo (Morales, como todo escritor español, es despectiva y cae mal, como Cela, como Umbral), repite hasta la saciedad que la novela es una apuesta contra la comodidad, la normalidad y las moralinas asumidas del supuesto cambio progresista (feminismos, izquierdistas, anti-sistemas y demás pretendidos “radicales” de lo correcto). Dice, que el propio texto viene a reventar el buen estilo, las buenas formas, y el tono sosegado, que viene a tirar barreras y quitar vendas de los ojos que tan cómodos nos dejan a todos (pues la luz directa siempre molesta).
Y todo eso es cierto, todo eso lo hace, y con una eficacia, acierto y contundencia sorprendentes, pero cuando la novela tira los muros o destapa los ojos, no encontramos la llanura incierta del buen salvaje, ni el vasto océano del marinero intrépido, ni el infierno festivo para los baudelairianos adoradores de Satanás reconvertido en el Dios de los libres y los guarros. No encontramos la libertad anárquica y primitivista que predicaba la autora, sino un manual de instrucciones para el nuevo mundo, punto por punto, con respuestas cerradas y la interpretación ya hecha.
Un panfleto político tan destructivo como dogmático en el modo y dirección de la destrucción pertinente. Las cuatro protagonistas de la novela vienen a decirnos “qué no”, pero también “qué sí”, y lo peor, “cómo”. Las cuatro voces vienen a ser Morales polifónica haciendo pedagogía para la buena revolucionaria-no-dogmática.
Hay que decirlo también, es un panfleto político de una persuasión asombrosa, convincente hasta para los no convencidos, un triunfo de la incomodidad, una obra de arte del tan saludable arte de la bofetada. Nos golpea, nos derriba y cuando por fin nos levantamos aun aturdidos ya no volvemos a mirar igual.
“Más que Femen deberían llamarse Semen, de las poluciones que provocan en sus patriarcales objetivos”.
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Pero pensábamos estar leyendo una novela, no un panfleto (con todo el respeto que merece el segundo género), y en la novela no esperamos respuestas sino incertidumbre y contradicción, misterio y tempestad, no coherencia programática y decálogo del buen cambio revolucionario. No instrucciones para la acción, sino la inmensidad del abismo.
Molesta un poco su desprecio con todo lo que no conoce, siempre enunciando un “ellos” culpable de todos los males, que además siempre son los mismos, un maniqueísmo de buenos y malos algo caduco, ese simplismo moralista agota. Esa respuesta, con insulto incluido, siempre en la boca.
Como decía Gilles Deleuze: “Lo importante para el gran novelista, ya sea Melville, Dostoievski, Kafka o Musil, es que todo conserve su carácter enigmático sin ser, empero, arbitrario: en suma, una nueva lógica, una lógica plena, pero que no nos remite a la razón, que expresa la intimidad de la vida y la muerte. El novelista tiene ojo de profeta, no de psicólogo”.
Molesta el constante alegato contra la retórica, cuando es una de las novelas más retóricas que jamás se han escrito, y de las más eficaces además.
Molesta todo eso y que escribe fatal, pero bueno, eso sí se puede perdonar, eso no es tan importante, Arlt también escribía mal, y Cervantes, y Dostoievski, Joyce.
“¿Mirar en la basura? No es más asqueroso que tener que hacer cola para pagar en el supermercado. ¡Hacer cola una para pagar en vez de ellos hacer cola para cobrarte es el colmo de la alienación!
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Pero lo que realmente duele, no molesta, da pena y entristece, es sentir que Morales estuvo tan cerca, que ella sí habría podido hacerlo, haber sido nuestro Céline o nuestro Borges (o más bien Arlt), alguien que viniera para cambiarlo todo y para siempre. Y dan ganas de llorar, pero llorar de rabia y de emoción, cuando Cristina Morales nos anuncia lo peor: que estuvo a punto de hacerlo, a punto de ir hasta el final, a punto de escribir la gran novela.
Cuenta en sus entrevistas cómo, tras leer el insoportablemente radical De un castillo a otro (1957) del insoportablemente radical Louis-Ferdinand Céline, le hervía la sangre y casi no aguantaba más en su cabeza la voz del delirio de ese fascista que escribe en mayúsculas y a pedradas. Y así, dice, escribió e imaginó la voz de Nati, su protagonista y única voz de la novela en un principio. Y esa, dice todavía Morales, debió ser la novela. Toda en lectura fácil1 2. Radical.
“No follo ni con españoles ni con nadie que haya votado en las últimas elecciones”.
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Y tanto que debió, pensamos nosotros. Y tanto.
Pero después enfocó el texto, lo adaptó, lo apaciguó y lo domesticó para que pudiera ser un Premio Herralde de Novela, para publicar en Anagrama, rupturista, pero justo la ruptura que esperábamos encontrarnos; para que la gente lo entendiera, y entendiera exactamente lo que había que entender; para que su lectura fuera soportable, que su lectura fuera fácil, y no por el sistema de lectura fácil sino por el sistema de plantear la pregunta para dejar preparada la respuesta, el bien y el mal, los buenos y los malos, bien explicado, que quede claro, picadito.
Ojalá nos lo hubiera complicado un poco más. Qué gran libro, difícil pero artístico, problemático pero salvaje, nos hemos perdido.
(*Reconozco ahora que reviso el texto y reflexiono, que quizá escribiendo ese texto no habría pasado nada, porque no habría habido Premio Herralde, ni Anagrama, y habría quedado enterrado en una editorial menor y grupitos pseudo-culturetas y no nos habríamos enterado nadie más, no habría habido gran público ni fenómenos social-cultural en este país, y a ver si al final tenía razón Morales e hizo lo que debía, o al menos lo que quería, que ya es muchísimo, y consiguió algo mucho más importante).
Con todo y con eso Cristina Morales sigue siendo una salvaje en la cultura nacional que nos salva de la anodinia generalizada y el cómodo y aburridísimo y anquilosante consenso del buenismo progresista. Es la voz literaria más poderosa y transformadora de este país. Su estrepitoso silencio literario, que dura ya cuatro años desde que se publicó el berrido Lectura fácil, es la prueba de su independencia irreverente y llama a la esperanza.
Quizá en la siguiente obra se atreva a ir hasta el final y ya no tiene excusa, que ahora no le falta la pasta. Aún así, es la gran escritora y la gran intelectual (qué poco le gustará la etiqueta) de este país.
“¿Facha como los nazis y como Franco? Exactamente. Y como Ada Colau y como Pedro Sánchez”.
Lectura fácil, CRISTINA MORALES
Jorge Burón
Definición de “lectura fácil”: Método que recoge un conjunto de pautas y recomendaciones relativas a la redacción de textos al diseño y maquetación de documentos y a la validación de la comprensibilidad de los mismos, destinado a hacer accesible la información a las personas con dificultades de comprensión lectora.
Definición de “lectura fácil” en lectura fácil:
La lectura fácil es una forma
de crear documentos
que son más fáciles de entender.
Es útil para todas las personas.
Pero, sobre todo, es útil para
las personas con dificultades de comprensión.
Para hacer la lectura fácil,
es importante seguir unas normas
y validar los documentos.