“Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote”.
“La verdad de Sancho Panza”, Franz Kafka
Es absurdo pensar que Pierre Menard escribió de nuevo, de memoria, y literalmente, el Quijote de Cervantes. Es obvio que Borges, como hacía siempre camuflado en sus personajes, nos está engañando.
Pierre Menard no escribió jamás ningún Quijote, ni literal ni similar, y el Quijote de Pierre Menard no es otra cosa que la lectura de Pierre Menard, que es Borges, del Quijote, que queda grabada efectivamente en el relato de Borges “Pierre Menard, autor del Quijote”.
Resulta evidente, desde la extensión al estilo, pasando por la temática o la religión, que nada tiene que ver este relato metafísico bonaerense de 1942 con aquella novela española indefinible del siglo XVII titulada El ingenioso hidalgo Don Quixote de La Mancha. Y, sin embargo, este texto, el relato, es una experiencia textual imposible sin aquel, la novela de novelas.
A este procedimiento se lo conoce como “Lectura creativa”, y consiste en fijar por escrito una lectura, es decir, escribir un texto a partir de la experiencia imaginativa de leer otro.
Para los practicantes de la misma la lectura debe ser considerada una más de las bellas artes, una experiencia creativa, nacida de la figura oradora y monástica del lector medieval, por contraposición a la ruidosa y estrafalaria figura del autor romántico.
Para el procedimiento de la lectura creativa se pueden indicar apenas unas coordenadas orientativas:
La lectura de un texto literario (esto es, un texto que tiene su fundamento en el texto mismo como experiencia antes que en su condición instrumental como transmisor de “mensajes ciertos”).
Una posición de reverencial apasionamiento (algo así como un éxtasis teresiano que de tanto goce en su genuflexión termina por elevarse).
Una herramienta de escritura (lápiz, bolígrafo, plumilla, cincel…) que permita fijar al instante toda la experiencia imaginativa-lingüística de la escritura. Cualquier ocurrencia es valiosa (como decía Walter Benjamin “se debe llevar el cuaderno de notas con el mismo rigor con que las autoridades llevan el registro de extranjeros”).
La escritura de un texto mellizo que no pretende analizar ni explicar el anterior, sino estampar en negro sobre blanco la experiencia de leer (este texto nuevo nace así de la creatividad mística del acto de leer, y toma forma, se agarra y solidifica, en la estructura del texto leído cuya eficacia ya ha sido probada y nos asegura un sustento, para que la experiencia mística no se derrame en puro éxtasis individual, sino que sea posible para el otro en una nueva lectura creativa).
Si esta experiencia le resulta a alguien un gesto experimental y vanguardista, posmoderno y vacío de contenido, más cercano a la performance que a la artesanía, podría hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué son los Diálogos de Platón sino la lectura creativa de un maestro oral llamado Sócrates? ¿Qué son los Evangelios sino el registro escrito de la experiencia de “leer” las parábolas de Jesús? ¿No era el propio Don Quijote la escritura de una lectura, aquel manuscrito oriental que anuncia el narrador al comienzo como fuente del relato?
La lectura así es previa a la escritura, el texto nace siempre como la experiencia de un texto otro, sea este otro oral (como Sócrates para Platón) o escrito (como la Odisea para Joyce).
Quizá el gesto sea extensible a otras disciplinas como probó Duchamp con la Gioconda, mas esto sería materia para otra reflexión.
Hoy, que la acumulación nos sepulta, y resulta ridículo escribir otra novela o pintar otro cuadro más, nos hemos resignado a capturar la experiencia. Asumida la derrota, qué experiencia más honrosa y decente que la de la lectura, la experiencia del otro, en vez de la del cansino y quejica y egocéntrico yo.
Jorge Burón
Me encanta! Como siempre una perspectiva diferente a la que yo podría hacer y por eso atractiva. Además esta vez no he tenido que releerte varias veces para poder captar todo el mensaje en profundidad, quizá porque ha sido más instructivo, como una clase magistral de las buenas, esas que parece que ya no están bien vistas en secundaria y que de vez en cuando pueden dejar con la boca abierta tanto como la mejor de las nuevas estrategias educativas.
Me encanta la reflexión. Como siempre, atinando y comprehendiendo la realidad con un sentido crítico único y original. Bravo!